According to the working group of the so-called Infected Blood Inquiry, an investigation that has been going on for the last five years, medical personnel and the Government knew about this situation since the origins of the National Health Service (NHS) in 1948.
For the head of the investigation, Brian Langstaff, the magnitude of these conclusions is “horrifying” and he underlined the deliberate intention to “hide the truth”.
The text mentioned among the risks to which thousands of people were exposed -three thousand of whom have already died- the repeated importation of blood products from abroad, including blood from high-risk U.S. donors such as prisoners or drug addicts.
Langstaff denounced that this disaster was no accident, as doctors, transfusion centers and governments did not give priority to patient safety, hence the occurrence of infections and the destruction of lives due to negligence.
The most affected groups, according to the study, were people with hemophilia and coagulation disorders, those who were given blood with hepatitis C, and those who received transfusions after accidents or during medical treatment.
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Autoridades de Reino Unido encubrieron casos de sangre contaminada
Londres, 20 may (Prensa Latina) Las autoridades de Reino Unido encubrieron un escándalo asociado a las transfusiones de sangre de 1970 a 1991, causantes del contagio de más de 30 mil personas con VIH y hepatitis, reveló hoy un estudio.
Según el grupo de trabajo de la denominada como Investigación de Sangre Infectada, pesquisa prolongada durante los últimos cinco años, personal médico y Gobierno conocían de esta situación, desde los orígenes del Servicio Nacional de Salud (NHS) en 1948.
Para el responsable de la investigación, Brian Langstaff, la magnitud de esas conclusiones resulta “horripilante” y subrayó la deliberada intención de “ocultar la verdad”.
El texto mencionó entre los riesgos a los que expusieron a miles de personas—tres mil de las cuales ya fallecieron— la repetida importación de productos sanguíneos del extranjero, incluida sangre de donantes estadounidenses de alto riesgo como presos o drogadictos.
Langstaff denunció que ese desastre no fue un accidente, pues médicos, centros de transfusión y gobiernos no dieron prioridad a la seguridad de los pacientes, de ahí la ocurrencia de infecciones y la destrucción de vidas por la negligencia.
Los grupos más afectados, de acuerdo con el estudio, fueron las personas con hemofilia y trastornos en la coagulación, a quienes se les suministró sangre con hepatitis C, y aquellos que recibieron transfusiones tras el parte, accidentes o durante tratamientos médicos.
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